By Davíd E. Patiño and the Transgender Seminarian Cohort
As trans people, we know the love of God. We feel it in our bones, in the very skin that lines our bodies, in the very nature of who we are. God is that voice within us that shows us the way to authenticity, to self-love, and to community. The Holy Spirit is at work within and through us. The Holy Spirit is that which can transform our deepest anger, sadness, and loneliness into something new. We can recognize this when the impossible happens, when inside us, despite our despair, there is the tiniest of lights, the smallest sign of hope, the little bit of energy that seems to be coming from within us. The Holy Spirit is that which resurrects us from the death we experience deep inside us from trauma. It is the darkness that shelters us and keeps us safe. The Holy Spirit resurrects us and allows us to see our own sacred divinity.
Cast out from our families, churches, and society, our fight for our existence and for our freedom is our ministry to the world. Our understanding of gender can heal the wounds of this oppressive system, from which every person of every gender is punished for doing gender wrongly. We are God’s chosen–who like Moses were not meant to be born, not meant to exist, but do. We are here to create a new humanity which values every life: the life of every person in an immigrant caravan, the life of every child taken from their parent at the border, the life of every trans woman, especially trans women of color, fighting to survive, the life of every trans person, period.
The Deputy Director of Transgender Law Center, Isa Noyola, once said, “Transgender people are medicine, spirit, and leadership.” Indeed! God chose every single one of us. God chose to speak to us, to show us a way towards authenticity — to show others the way toward the value of life, the destructiveness of rigid gender rules. This new humanity is led by us, those who have for long been categorized as non-existent persons. We are different. This does not mean that we are not valuable. Our difference is what makes us valuable, beautiful, and divine. Divine because it is God’s gift to us.
In this difficult time, trans siblings, hang on.
Hang on to hope, to love, to yourself. Even if you have to go underground, if you have to stop your transition, if you cannot come out, if you have to go stealth — it is okay. You are loved, cherished, and one of God’s children. We are praying for you. You are one of us. We are a community. Find safe spaces. Find trans organizations, trans friends, trans Instagram accounts to follow. Every bit of love that is out there, God has guided you to find it. So that you may fill yourself with it. Fill yourself with affirmation and love for yourself.
It is not that trans people have never existed, it is that we have been erased and taken out of history. We must do our best to rediscover our transgender histories, cosmologies, myths, and stories. We must write the stories of our trans elders and trans visions of a trans past. Our ways of knowing God within us are through body, through movement, through being in community with one another. In the midst of an oppressive power that seeks to fragment us, to make us insufficient and insignificant enough to document, to make us non-data, we must not forget our sources of knowing. There is sacredness and divinity in understanding the deep meaningfulness of coming into our being. Our transitions are spiritual quests, pilgrimages–of searching and discovering different parts of ourselves through surgery or gender affirming accessories/clothing/items, different gender expressions, new bodily sensations through hormone therapy, and alternative ideological understandings of ourselves in relationship to others. We must share our pain, love, history, memories, dreams, hopes, myths, and visions with each other.
When we follow the guidance of the Holy Spirit within ourselves, we can embrace a divine community of creativity and love that can propel us into a fight for justice, free from hatred and unnecessary violence towards others, each other, and ourselves. Write, paint, photograph, sing, dance, pray, celebrate, love, gather, protest, and speak your truth.
Know that you are loved by God. Be blessed. And be safe!
Conocemos el amor de Dios
Como personas transgenero, conocemos el amor de Dios. Lo sentimos en nuestra alma, en la misma piel que cubre nuestros cuerpos, en la profundidad humana de nuestro ser. Dios es esa voz dentro de nosotros que nos muestra el camino a la autenticidad, al amor propio y a la comunidad. El Espíritu Santo está obrando dentro y por medio de nosotros. El Espíritu Santo transforma nuestro más profundo enojo, tristeza y soledad en algo nuevo. Podemos reconocer esto cuando sucede lo imposible, cuando dentro de nosotros, a pesar de nuestra desesperación, hay una pequeña luz, una señal de esperanza, un poquito de energía que aparece dentro de nuestro ser. El Espíritu Santo es quien nos resucita de la muerte que sentimos profundamente dentro de nosotros por causa de trauma; es la oscuridad que nos protege y nos mantiene a salvo. El Espíritu Santo nos resucita y nos permite ver nuestra propia divinidad sagrada.
Rechazados por nuestras familias, iglesias y sociedad, nuestra lucha por nuestra existencia y por nuestra libertad se transforma en nuestro ministerio al mundo. Nuestro entendimiento del género, de lo masculino, de lo femenino, de ambos, puede sanar el trauma causado por un sistema opresivo, en el cual cada persona de cada género es castigada por realizar su feminidad o masculinidad de manera incorrecta. Somos los elegidos de Dios, quienes, como Moisés, no debían haber nacido, no debían existir; pero somos, existimos, sobrevivimos. Estamos aquí para crear una nueva humanidad que valora cada vida: la vida de cada persona en la caravana de inmigrantes, la vida de cada niño arrancado de los brazos de sus padres en la frontera, la vida de cada mujer trans, especialmente las mujeres trans de color, la vida de cada persona trans.
La subdirectora de Transgender Law Center (Centro de Derechos Transgénero), Isa Noyola, dijo una vez que “las personas transgénero son medicina, espíritu y liderazgo”. Dios escogió a cada unx de nosotrxs. Dios eligió hablarnos, mostrarnos un camino hacia la autenticidad, mostrarle a los demás el camino hacia el valor de la vida, la destructividad de las reglas rígidas de género. Nosotrxs, aquellos que durante mucho tiempo hemos sido categorizadxs como personas inexistentes, estamos mostramos el camino a una nueva humanidad. Sí, somos diferentes. Esto no significa que no seamos valiosos. Nuestra diferencia es lo que nos hace valiosxs, hermosxs y divinxs. Divinxs porque nuestro ser es el regalo de Dios para nosotrxs.
En estos momentos difíciles, hermanxs trans, resistan.
Aférrense a la esperanza, al amor, a ustedes mismxs. Incluso si tienen que esconder sus verdades, si tienen que detener su transición, si no pueden salir del closet, está bien. Eres amadx, eres queridx y eres hijxs de Dios. Estamos rezando por ti. Estamos contigo. Eres unx de nosotrxs. Somos una comunidad. Encuentra espacios seguros. Encuentra organizaciones trans, amistades trans, sigue cuentas de instagram trans. Confía en que Dios te ha guiado a encontrar cada gota de amor que hay en tu camino, para que puedas llenarte de ella. Llénate de afirmación y de amor por ti mismo.
No es que las personas trans nunca hayan existido, es que hemos sido borrados de las historias del mundo. Esforcémonos por descubrir nuestras historias, cosmologías y mitos transgéneros. Debemos escribir las historias de nuestros ancianos trans, nuestras visiones de un pasado trans. Nuestras formas de conocer a Dios dentro de nosotros son a través del cuerpo, a través del movimiento, a través de estar en comunidad unos con otros. En medio de un poder opresivo que busca fragmentarnos, que busca pretender que no somos lo suficientemente significantes para que nuestra existencia sea documentada, nosotrxs debemos recordar y recobrar nuestras fuentes de conocimiento. Hay una santidad y divinidad profunda en nuestro proceso de realizarnos como personas trans. Nuestras transiciones son búsquedas espirituales, peregrinaciones, de buscar y descubrir diferentes partes de nosotrxs mismxs a través de diferentes expresiones de género, accesorios y ropa que afirman nuestrx feminidad, masculinidad, nuevas sensaciones corporales a través de la terapia hormonal, cirugías, por medio de nuevos y alternativos entendimientos ideológicos de quien somos y cómo somos en relación con los demás. Por eso debemos compartir nuestro dolor, amor, historia, recuerdos, sueños, esperanzas, mitos y visiones unxs con otrxs.
Cuando seguimos la guía del Espíritu Santo dentro de nosotrxs mismxs, participamos en una comunidad divina, creativa y llena de amor que nos nutre y nos impulsa en una lucha por la justicia, libre de odio y violencia hacia los demás, entre nosotros y hacia nosotros mismos.
Escribe, pinta, toma fotografías, canta, baila, reza, celebra, ama, festeja, protesta y di tu verdad.
Sabe que eres amadx por Dios. Que Dios te bendiga y te guarde.